El comercio de Cúcuta se está muriendo
El sector empresarial de Cúcuta no ha podido salir de la crisis desatada por las pasadas rencillas entre los gobiernos de Colombia y Venezuela. Por el contrario, ésta tiende a agudizarse, alrededor de 400 empresas tuvieron que suspender operaciones durante el último año.
El sector más afectado es el del comercio. Según estadísticas obtenidas por Caracol Radio, alrededor de 300 locales comerciales cerraron sus puertas en los últimos doce meses. También están en bancarrota las casas de cambio porque el bolívar cada día vale menos y las exportaciones desde esta ciudad son casi nulas.
Esto provoca más desempleo e informalidad, pero también aumenta los niveles de delincuencia, que en la ciudad son preocupantes.
Estadísticas recientes de diversos sectores gremiales dejan ver que el desempleo está por el orden del 14 por ciento, reflejado en más de 50 mil personas sin trabajo. La informalidad alcanzó el 75 por ciento, en su mayoría, con el rebusque en las calles.
Los empresarios de Cúcuta prácticamente dejaron de exportar
En industrias tradicionales como la arcilla, 40 empresas cesaron actividades y dejaron en la calle a más de 3 mil personas. Igual sucede con el sector cañicultor, que dejó sin trabajo a otras 500.
Por efecto dominó, las sociedades de intermediación aduanera también están de brazos cruzados y han aportado un alto número de desempleados a la ciudad, según Sandra Guzmán, directora del gremio de intermediadores.
"Nuestro reglón ha sido uno de los sectores más afectados, casi el 60 por ciento de nuestra gente ha quedado desempleada, no hay actividad, no hay trámites que permitan pensar en la posibilidad de una mejoría, y tampoco hay respuesta a nuestras inquietudes, para buscar otras posibilidades, esto por el contrario cada día se agudiza", precisó la funcionaria.
Y es que por donde se mire hay problemas; las exportaciones nortesantandereanas cayeron en 81 por ciento y las específicamente realizadas al vecino país bajaron en 93 por ciento.
Las exportaciones del sector confecciones de Cúcuta han descendido en un 72 por ciento.
La caída de otros sectores como la madera, el carbón, vegetales y manufacturas alcanzó un 97 por ciento.
Cúcuta se destacó como un gran puerto seco comercial, donde se encontraban productos muy baratos. Allí se observaban grandes centros comerciales, siempre repletos de compradores. Ahora todo ha cambiado, según Matilde Leal, una comerciante afiliada a Fenalco y quien tiene un local en el centro del Cúcuta, las ventas son prácticamente nulas, hay días en los que no se vende “ni un centavo”.
"Acá ya no pensamos en ganar, ni en buscar surtido, nuestras bodegas están repletas, no hay a quien venderle, hay días en que no se hace ni para comprar el desayuno, mucha gente incluso dice que lo mejor es irnos de esta ciudad, que hoy en día no ofrece nada. El comercio es solo, acá no viene nadie", dijo la comerciante.
En efecto, ya es mínimo el movimiento de electrodomésticos, joyas y productos de hogar. Y ni que decir de las carnes, legumbres, hortalizas y tubérculos, donde las operaciones comerciales están en cero. Incluso, muchos cucuteños van ahora a comprar en negocios del otro lado de la frontera.
Y hay más, sin no hay compradores venezolanos también baja la actividad hotelera y se reduce el mercado inmobiliario. Igualmente ha sido golpeado el sector de la construcción, que cayó en un 50 por ciento, lo que generó la pérdida de unos 3.500 empleos indirectos.
Basta salir a las calles de Cúcuta para sentir la desolación y ver los rostros de incertidumbre por el cierre de vitrinas. Ahora es común escuchar al cucuteño raso lamentando "la ausencia del veneco", de quien años atrás se derivaba el sustento.
Para Roger Carrero, un vendedor informal, los días de abundancia de venezolanos en las calles pasaron hace años, él asegura que no tiene como salir de sus pocos productos, que son los que derivan la comida de sus hijos.
"Antes uno se rebuscaba vendiendo bolos, llevando a los del otro lado a los almacenes, incluso mercado también se hacía para allá, ahora nada de eso pasa. Hay días en que me voy en blanco", dijo en medio de su preocupación diaria.
En esta zona de frontera, en medio de la adversidad, persiste la esperanza porque Venezuela le cumpla a los empresarios del oriente con el pago de una deuda de 81 millones de dólares, con lo cual habría un "respiro económico".
La ciudad empieza a pensar en un “plan b”, que aun no aparece, pero que tiene que llegar para que la economía de la ciudad no llegue hasta el fondo del abismo.
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