martes, 1 de febrero de 2011

Nuestros clubes sociales (sociales?)


Los clubs o clubes surgieron como una manera de llenar la necesidad de encuentro de las personas para satisfacer intereses comunes que pueden ser de intercambio social, de actividades o aficiones, de profesiones, de voluntad de servicio cívico o social, etc.

Cúcuta fue una de las primeras ciudades de Colombia en crear clubes sociales. Influyó en esta iniciativa la existencia de una sociedad refinada, que había viajado y que además alojaba a una importante colonia de europeos en especial alemanes, catalanes e italianos, que aportaron la idea de desarrollar clubes como sitio de grato encuentro, de tertulia, de fiestas y para practicar deportes, o juegos de mesa y por supuesto para dialogar en un bar bien dotado o un comedor de fina mantelería.

Se consideraba una distinción el ser admitido a un club, en donde no se consideraba tanto la llamada aristocracia de cuna, sino la aristocracia de la honorabilidad y de las posiciones ganadas a través de un brillante desempeño profesional o de exitosas y honorables actividades empresariales, comerciales, o industriales. No era el dinero lo que necesariamente calificaba a una persona o su familia como apto para ingresar a un determinado club, sino su desempeño social: su talante, sus modales, su grupo familiar, su compatibilidad con los demás asociados.

Y surgieron clubs o clubes de diverso tipo: sociales, deportivos, de aficionados a alguna actividad, cívicos. Y de todos ellos se esperaba que imperara la cordialidad y las buenas maneras.

De cuando en cuando ocurrían incidentes intrascendentes: alguna discusión que terminaba en un amago de riña fácilmente controlada, y que si pasaba a mayores se sancionaba con suspensiones o expulsión.

El aspirante a ingresar como asociado debía ser apadrinado por otros socios, sustentar su solicitud y ser admitido por una Junta que luego de analizar el curriculum del aspirante y de su grupo familiar, votaba en una urna en la cual se depositaban bolas, unas negras que indicaban rechazo y otras blancas que indicaban voto favorable. De allí la expresión de “echar bolas negras” a que se referían cuando alguien era rechazado, algunas veces injustamente por culpa de alguna antipatía personal, y otras justificadamente por no ser muy claras sus actividades y antecedentes.

Pero algo era cierto: en nuestros clubes se gozaba de amabilidad, de compañerismo y cordialidad. Era cierto el dicho de que el club era una especie de segundo hogar al cual podían ir con confianza y seguridad los hijos, las hijas, las señoras.

Algo bien grave está afectando a nuestra sociedad cucuteña. Y eso se refleja en lo que hoy son nuestros clubes sociales, y me pregunto, ¿son de verdad “sociales”?.

Recuerdo una de las famosas frases sarcásticas de Groucho Marx : “Yo me saldría de un club que me admitiera como socio”. ¿Será que los viejos socios de nuestros centros sociales desentonan en el nuevo ambiente que rige el ingreso de nuevos socios? ¿Será que las buenas maneras, el saludo cordial, el desarme de los espíritus están desterrados de nuestra “sociedad”?. Es verdad que los clubes tienen que sostenerse con los aportes de sus socios, pero esta circunstancia no puede seguir siendo pretexto para que se arrincone a los que de tiempo atrás sostuvieron el club, su club, al cual ingresaron selectivamente, para que bajo la excusa de la necesidad de dinero se admita indiscriminadamente a personas que no son compatibles con el espíritu que debe imperar en estos centros supuestamente sociales. Está llegando el momento en que ser socio de un club "social" de nuestra Cúcuta puede ser mas motivo de verguenza que de orgullo.

Por: Alvaro Villamizar Suárez
Abogado
cucutacallemayor.blogspot.com


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