viernes, 10 de agosto de 2007

Peajes: golpe a la integración



Colombia - Viernes 10 de agosto de 2007
No deja de ser paradójico que mientras el presidente Álvaro Uribe firmaba ayer en Medellín tratados de libre comercio con los presidentes de Honduras, Guatemala y El Salvador, para ampliar los horizontes comerciales del país, el Ministerio de Transporte y, en particular, el Instituto Nacional de Concesiones (Inco), dependiente de ese despacho, no hayan podido hallar una solución a la grave emergencia que tiene paralizado el comercio terrestre con Venezuela por la instalación de unos peajes en el lado colombiano de la frontera.
Los peajes, situados a la entrada de los puentes Francisco de Paula Santander y Simón Bolívar, que unen al Norte de Santander con el estado venezolano del Táchira, fueron abiertos como consecuencia de la licitación que el Inco otorgó hace un mes a la Concesionaria San Simón para la construcción de varias obras viales en el área metropolitana de Cúcuta. Según los términos de la licitación, la firma concesionaria recaudará por ese medio, durante los próximos 19 años, los 245.000 millones de pesos que costarán las obras.
Es obvio que al elaborar los pliegos de la licitación, el Inco no tuvo en cuenta el efecto que los peajes tendrían del lado venezolano, donde no se practica ese sistema, que tanto auge ha cobrado en Colombia. Y eso que antes de otorgarla, según se ha recordado en la Comisión Segunda del Senado, el instituto fue advertido de que el proyecto debía ser revisado con las autoridades venezolanas para buscar su incorporación a los programas de integración fronteriza.
La imprevisión del Inco se traduce hoy en un balance desastroso: una pérdida para el comercio binacional, según Fenalco, de más de 50 mil millones desde el lunes, cuando comenzó el bloqueo, que crecerá en 16 mil millones por cada día que continúe. Productos perecederos destinados a Venezuela, como el pollo, los huevos y los lácteos, se han echado a perder en la larga fila de tractomulas paralizadas en la frontera. El turismo se ha frenado a tal punto que la ocupación hotelera en Cúcuta ha bajado 50 por ciento. Y estos son solo dos aspectos del golpe que sufre el intercambio bilateral, cuando antes de la emergencia había alcanzado un nivel récord de 4.000 millones de dólares al año. Sin hablar de las dudosas consecuencias para la armonía que debe prevalecer con el país vecino.

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