En tragedia terminó el paseo familiar de los Chona Ortega, en Cúcuta
Un cultivador de arroz sacó a sus hijos de puente a un club, pero el descanso terminó de manera fatídica, luego de que el menor de los hijos se ahogó en una piscina. El niño no sabía nadar.
Juan Bautista Chona quedó paralizado cuando vio que el cuerpo de su pequeño Edward Ferney era traído en brazos por un hombre desconocido.
Los ojos de angustia del casual rescatista le confirmaron el mal presagio que tuvo segundos antes, cuando vio correr despavorida a la gente alrededor de la piscina.
"¿Es su hijo?", le dijo el hombre, que trató de contarle al padre que rescató el cuerpo del niño después de tocarlo con los pies, en el fondo del agua.
En medio de gritos, familiares del menor trataron de reanimarlo. Unos le apretaban el pecho, otros le daban respiración y le tomaban el pulso, pero el niño no reaccionó.
"Llamen a una ambulancia", gritó una tía, pero nadie supo cómo ni a quién acudir.
Al final, los únicos que llegaron fueron los del CTI, que hicieron el levantamiento del cadáver, y la Funeraria La Eternidad, que arregló el cuerpo y lo trasladó a la vereda Bellavista, en el corregimiento Buena Esperanza, a 45 minutos de Cúcuta, donde viven los Chona.
El fatal incidente, ocurrido el lunes en una piscina del Club Molinos, en el sector Trigal del Norte, en las afueras de Cúcuta, acabó con un día de paseo que desde la noche anterior había programado Juan Bautista. Quería despedir el puente festivo y sacar a sus hijos del encierro.
"Aunque el niño no sabía nadar, lo vi que estaba jugando en la piscina a unos 20 metros de nosotros. Incluso había ido a mirarlo", dijo Juan Bautista, un cultivador de arroz.
Lina Rosa Chona, tía del menor, aseguró que todo fue tan rápido que nadie supo nada, ni lo vio cuando se lo tragó el agua, a pesar de que en la piscina había bastante gente. Además, denunció que la piscina carecía de salvavidas.
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Este medio intentó hablar con los administradores del club, pero no fue posible ubicarlos. Personal de aseo dijo que los martes está cerrado para hacerle mantenimiento y que no sabían teléfonos de los responsables.
El club permanece abierto todos los días y para ingresar hay que pagar 2.000 pesos por persona. Ayer, mientras las autoridades iniciaban las investigaciones, la familia de Edward Ferney le daba sepultura al pequeño, que era admirado por su inteligencia.
"Era tan activo que los profesores siempre lo tenían en cuenta para presentar poesías. Declamaba como todo un poeta", recuerda Cruzdelina Ortega, la afligida madre.
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