domingo, 28 de junio de 2009

En vísperas de un latrocinio


A fin de evitar que me apedreen debido a una mala interpretación, diré con Roque Barcia en la mano: “El robo despoja a mano airada: arrebata. El hurto despoja sin que lo advierta el despojado. El latrocinio se apropia lo ajeno, escudado tras el respeto de la autoridad. El robo consiste en la violencia. El hurto, en hacerlo a hurtadillas, de un modo furtivo. El latrocinio, en la injusticia, en un abuso del poder. El hurto fía en sus mañas. El robo va a presidio. El latrocinio suele tener coche”.

Desde el año anterior el gobierno nacional viene hablando cada vez con mayor desparpajo acerca de la necesidad de obtener nuevos recursos para la Nación a partir del año 2010, dado el tamaño del gigantesco hueco fiscal que habrá de registrarse, sin que se hable de sus autores. En honor a la verdad los funcionarios que manejan la hacienda se limitan a reconocer de manera simple las diferencias entre los ingresos por tributación y los gastos, para aplicarse entonces a un nuevo y escabroso proceso legislativo, que como el que acaba de finalizar, debe culminar con la negociación de una nueva reforma tributaria así se entre en contradicción con los ofrecimientos que sobre el particular hubiera formulado hasta hace solo unos días el propio Presidente de la República. Alguien pronunciará el refrán: no somos ríos para no devolvernos.

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