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domingo, 5 de septiembre de 2010

José Fernando Bautista un político muy político


A su apartamento del norte de Bogotá llegan a diario ministros, servidores públicos, hombres de negocios, congresistas de diversos partidos, profesionales, gente de provincia, aspirantes a empleo y periodistas. Allí siempre los atiende un robusto hombre de 1,85 m de estatura, 125 kilos de peso y 46 años de edad. Es José Fernando Bautista, el nuevo embajador de Colombia en Venezuela. Tiene una agenda larga. Con el selecto grupo de visitantes traza directrices, planea estrategias, da consejos o soluciona problemas. En dos semanas seguramente hará lo mismo cuando partirá a Caracas para asumir el reto más importante de su vida: restablecer las relaciones entre los dos países.

Su teléfono no para de sonar. Ya se recibió el beneplácito del vecino país. Tiene dos salas para atender a la gente. Una equipada para ver televisión o cine y escuchar música. También para los curiosos exhibe en una de las mesas el libro El poder y el delirio, del historiador mexicano Enrique Krauze. Un polémico texto que da una crítica visión sobre Venezuela.

En la otra sala, la principal de su apartamento, no cesan las reuniones. Allí, mientras dos mujeres atienden a los comensales, Bautista prueba bocado con intermitencia y maneja todo tipo de asuntos. El consenso entre sus amigos o detractores es que es ante todo un componedor político.

Una herencia que parece venir de su abuelo José María Bautista. Un congresista, constituyente en el gobierno de Gustavo Rojas Pinilla y cónsul en Venezuela. Fue él quien de pequeño lo llevó a reuniones con los masones, le prestaba biografías de personajes como Winston Churchill o simplemente lo acompañaba a algunas reuniones políticas en Norte de Santander.

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