lunes, 17 de mayo de 2010

Mockus encontró su 'hermano menor' en Cúcuta


Es más bajito y cuatro años menor que Antanas Mockus, a quien considera su hermano mayor.

Édgar Bernal Ramírez sabe de la existencia del profesor Mockus desde que se bajó los pantalones delante de los estudiantes en el auditorio León de Greiff de la Universidad Nacional en 1993, pero nunca había tenido la oportunidad de tenerlo tan cerca como en esta campaña con miras a la Presidencia de Colombia.

La gente lo para en la calle, mientras vende agua en bolsa en una carreta, sólo para preguntarle si es familia de Mockus o si sabe de su gran parecido.

Mockus y Bernal tienen los ojos pequeños y de un azul intenso. Los dos usan barba, salpicada por las canas, el cabello lo tienen liso y escaso, la nariz es casi que el reflejo una de la otra, las cejas las tienen ralas, casi que invisibles, son de la misma contextura, del mismo color.

En fin, es más fácil de encontrarle las similitudes que las diferencias en cuanto al físico se refiere, porque a los dos los separa una gran brecha. Mockus estudió y está pensionado mientras que Bernal no tuvo acceso a la educación y aún tiene que madrugar a trabajar en la calle para llevar el sustento a la casa. Mockus nació en Bogotá y Bernal en Ibagué. Mockus tiene dos hijas: Laima y Dala. Bernal, seis hijos: Adriana, Fabián, Ronald, Israel, Linda y Alexander.

Mockus vive en el barrio Quinta Paredes en Bogotá, Bernal en la invasión San Jerónimo de Cúcuta. La esposa de Mockus se llama Adriana Córdoba, la de Bernal, María Vicky Naranjo. Mockus fue alcalde de Bogotá dos veces y aspira a ser el Presidente de Colombia, Bernal aspiró a ser Concejal de Cúcuta y se quemó.

Luis Cáceres, quien es simpatizante de Mockus se le acercó un día y le dijo: necesito que me acompañe el miércoles 5 de mayo que viene su hermano gemelo. Tome esta plata y se compra una camisa, un pantalón y unas gafas. Le dio las especificaciones precisas. Bernal se llevó la carreta para la casa y aceptó la invitación.

Ese miércoles, como a la Cenicienta, le cambió la vida por unas horas: fue llevado hasta el aeropuerto y allá lo embarcaron en uno de los carros de la caravana de Mockus y de ahí rumbo a la Universidad Francisco de Paula Santander.

El tumulto le impedía ingresar y llegar hasta Mockus. Al fin Sergio Fajardo le hizo abrir fila y se produjo el gran encuentro: “fue algo impresionante. Los dos nos mirábamos como en un espejo. Profesor, le dije, mi anhelo era conocerlo y espero que cuando Dios lo ponga en la gloria se acuerde de mí. Mockus me contestó: es inevitable olvidarse de usted, a quien considero desde ya mi hermano menor”.


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