Comienzo mi segundo año como Pastor de esta Iglesia Particular de Cúcuta. Estoy hasta ahora haciendo el aprendizaje de mi gente, de mi pueblo, ese pueblo de Dios encomendado a mi cuidado pastoral.
Grandes cualidades voy descubriendo en esos hombres y mujeres recios, curtidos por el sol y por el viento, golpeados permanentemente por las fuerzas oscuras de la violencia, ansiosos de paz y de bienestar integral, con profundas creencias religiosas católicas que incitan a los despistados y perezosos a buscar su destrucción so pretexto de recibir una nueva época a la loca como si así pudiéramos construir una nueva sociedad. Hago también el aprendizaje de mi comunidad sacerdotal, mi presbiterio, con grandes valores, inquietos por acertar, disponibles a la voluntad de Dios.
Siguiendo nuestra dinámica pastoral, propuse a toda la comunidad vivir nuestra Cuaresma 2010 con intensidad, con pasión, les decía, dejando de lado esa rutina que nos puede conducir rápidamente al abismo de la mediocridad.Cuaresma, les decía, también es acostumbrarse al ritmo de Jesús, es conocer de memoria sus gestos y actitudes, es aprender el estilo de Jesucristo, libre, sin condicionamientos, pero al mismo tiempo, humilde y acogedor. Resulta imposible humanamente asumir, “aprenderse” a Jesucristo si no es con la ayuda del Espíritu Santo.
Es que Cristo vive tan intensamente su misión que no lo podemos describir sino como una intensidad misteriosa. No es sino releer los cinco relatos evangélicos que nos acompañaron en Cuaresma: las tentaciones en el desierto, la transfiguración en la montaña, la presencia permanente de Dios en ese pueblo oprimido y marginado pero al fin y al cabo el pueblo elegido por Dios; la fuerza de la misericordia del Padre en ese Hijo Jesucristo, ante la miseria humana representada en dos de sus hijos, la nueva ley del amor, escandaloso, revolucionario, ante la fuerza de una ley antigua que condena implacablemente a la mujer adultera.
Si así vivimos nuestro ejercicio cuaresmal, vamos a entrar de la misma manera en la Semana Santa. Vamos a descubrir apasionadamente la Pasión del Señor Jesús: VIVIR Y MORIR DE AMOR. Un amor tan fuerte que transforma su vida en donación permanente, en una muerte progresiva.
“Ya no vivo yo, es Cristo quien vive en mi”, es el amor quien vive en ti. “Nadie tiene amor más grande que aquel que da la vida por sus amigos. Ustedes son mis amigos...” “Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo los amó hasta el extremo...” “Siendo él de condición divina se despojó de su rango...” Es el fin de lo viejo y el principio de lo nuevo.
Todo ello concentrado en la Cruz. “Cuando yo sea levantado de la tierra atraeré a todos hacia mí” (Jn. 12,32). Qué fuerza tan enorme en sus palabras; verdaderamente misteriosa.
¿Quieres vivir tu Semana Santa como buen cristiano? Comienza desde el Domingo de Ramos. Allí vas a comprender el triunfo de Jesús, nada parecido a los triunfos humanos. Es el triunfo lleno de humildad, de sencillez y de ternura. Es el triunfo del amor, el triunfo de Dios. Camina hacia el Jueves Santo, el día del amor fraterno queno tiene límites. El día en que Jesús nos enseña a amar en el servicio a los demás.
Un amor que se manifiesta en la amistad, en el servicio, en la entrega. Amor de comunión. Qué mejor preparación para el triduo pascual, el Viernes el Sábado y la Vigilia Pascual. No te canses. Tienes que llegar hasta ese momento culminante de la Pascua del Señor.
¡Felices Pascuas de Resurrección!
+ JAIME PRIETO AMAYA
Obispo de Cúcuta
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