UNA AGENDA cargada de temas candentes y marcadas diferencias políticas entre sus países miembros, heredará la nueva organización regional, sin influencia de Estados Unidos y Canadá, acordada el pasado martes en México por los gobernantes de América Latina y el Caribe.
La nueva organización (la que todavía no tiene nombre, ni forma ni reglas definidas) "deberá prioritariamente impulsar la integración regional con miras a la promoción de nuestro desarrollo sostenible, impulsar la agenda regional en foros globales y tener un mejor posicionamiento ante acontecimientos relevantes mundiales", dijo el anfitrión, el presidente mexicano Felipe Calderón, en la clausura del encuentro.
En el próximo encuentro, en julio de 2011 en Caracas, los representantes de los gobiernos deberán definir los lineamientos del nuevo bloque al que se integrarán el Grupo de Río, un ámbito latinoamericano de concertación política, y la Cumbre de América Latina y el Caribe. En 2012 volverán a verse las caras en Chile.
Con ese acuerdo, los asistentes salvaron virtualmente una reunión en la que no se vislumbró una convergencia de dimensiones mayores. "Es viable el nuevo organismo, es un espacio político, cultural y económico que tiene mucho más que ver entre ellos mismos que con Estados Unidos y Canadá. Pueden mucho más fácilmente compartir una serie de puntos en la agenda", dijo el analista Alexander Main, del no gubernamental Center for Economic and Policy Research, de Estados Unidos.
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