Diez años tras ser electo por primera vez, el Presidente Hugo Chávez se enfrenta a un desafío crítico en las elecciones locales y regionales de mañana. Y él lo sabe. Ha amenazado con cortar el financiamiento nacional y enviar tanques a las calles de aquellos estados que terminen en manos de sus oponentes.
Ha llamado a la encarcelación del principal líder opositor, Manuel Rosales, a quien ha acusado de corrupción y hasta de planificar su asesinato. Chávez ha utilizado a la policía secreta y a la agencia espía cubana G-2 para intervenir las llamadas telefónicas de Rosales, y hacer difundir dichas conversaciones a través de la televisión.
Ha abusado de su derecho a interrumpir la programación en vivo con anuncios de emergencia que resultan ser sólo su discurso. Incluso con la tendencia del Sr. Chávez a hablar a alto volumen, esto es el resultado de la desesperación.
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