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jueves, 21 de febrero de 2008

Cúcuta 1 - Cali 0

En el último segundo del partido, cuando el Cali estaba volcado sobre el pórtico del Cúcuta, alentado por los escasos tres mil aficionados que retaron la fría noche para llegar al Pascual, murieron las intenciones del cuadro azucarero.
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Fue un contragolpe letal. El visitante recuperó el balón en su propia área, se lo entregó a su maestro de orquesta, Macnelly Torres, y el volante barranquillero, con mucha sapiencia, esperó el espacio preciso para meterle un pase milimétrico al debutante José Amarilla.
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El paraguayo quedó mano a mano con Bréiner Castillo y en doble remate anotó el gol que dejó fríos a todos en el Pascual Guerrero.
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Fue un golpe durísimo para un equipo que hizo todo los méritos para ganar, y para una afición que se tragó la bronca y los reproches porque entendió que el fútbol muchas veces es así, injusto con el que más busca el arco del frente. El partido fue bastante inclinado a favor del cuadro azucarero.
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El local se paró mejor en una cancha enjabonada por la lluvia y se arrimó con mucho peligro hasta el borde del área. Pero, justamente en la zona de candela del cuadro motilón estuvo el eclipse. Porque el Cali se nubló en el último cuarto de cancha y fue incapaz de derribar el sólido muro defensivo que montó el Cúcuta.
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Por eso el local tuvo que apelar en muchas ocasiones a la media distancia. Y allí, para neutralizar esa fórmula, apareció la figura del arquero Leandro Castellanos, quien con varias atajadas evitó la caída de su valla.
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En la agonía del partido, el Cali se metió al área del Cúcuta en busca del ansiado gol. Pero descuidó marcas atrás y eso lo aprovechó el Cúcuta, que en la única llegada clara que tuvo logró el gol de un triunfo que ni los mismos jugadores motilones esperaban.
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La anotación fue un baldado de agua fría porque no quedaba tiempo para más nada. Dicen que el fútbol no es de merecimientos sino de goles. Y ahí estuvo el castigo del Cali. Porque los de Carreño hicieron todo para ganar, pero al final salieron del Pascual con las manos vacías.

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