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Renson Said Sepúlveda, el crítico literario de ‘La Opinión’ que fue llamado a juicio por sus conceptos.
Fotografía de Gabriel Aponte - El Espectador
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En un caso sin precedentes judiciales en el país, en próximos días, una jueza de Cúcuta se apresta a resolver si el crítico literario del periódico La Opinión, Renson Said Sepúlveda Vergara, injurió y calumnió al abogado Pablo Chacón Medina, una de las personalidades intelectuales de la capital de Norte de Santander, al señalar que no es poeta ni sus calidades estéticas lo ameritan.
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Lo insólito es que en un acto sui géneris y, por primera vez en Colombia, la justicia debe determinar si la crítica literaria, en el formato de la opinión, puede derivar en calumnia e injuria. Un camino por el cual jamás habían transitado los generadores de opinión, y mucho menos los críticos literarios, algunos de ellos acostumbrados a destrozar a quienes se atreven a incursionar en el complejo mundo de las letras.
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La historia de este inusual juicio comenzó el 28 de marzo de 2003, cuando Renson Said Sepúlveda publicó la columna titulada “La República de Chacón”, un apretado texto que fustigó su obra poética con una conclusión personal: “No sabe escribir”. De colofón, le aplicó un puntillazo demoledor: “Es mediocre, simulador, vanidoso, analfabeto e incapaz intelectualmente”.
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La columna desató la ira del poeta y jurista cucuteño, quien tres días después demandó a Sepúlveda por calumnia e injuria, al considerarse afectado en su salud sicofísica, en razón a que luego de leer la columna, tuvo que acudir a un médico especialista para que lo atendiera, pues quedó afectado moralmente por los terribles comentarios de Sepúlveda sobre su obra literaria.
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Según la víctima, el “calumniador e injuriante”, utilizó para referirse a su trabajo una diatriba inmensamente “farragosa” que atentó contra su estatus social, su profesión de abogado, su vida de escritor, su familia y su propia personalidad. Una situación que, según él, le causó grave perjuicio económico. Estimó los daños en $100 millones y el daño moral que, tasado en salarios mínimos, lo equiparó en $433.700.000.
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Pero la ira de Chacón no terminó en esta insólita solicitud de indemnización. Además pidió que embargaran los bienes muebles e inmuebles del crítico literario, y que también incautaran los establecimientos comerciales y vehículos que figuraran a nombre del columnista, un hombre de 34 años que sobrevive del sueldo que todavía sigue ostentando como corresponsal o escritor comentarista del suplemento literario del diario La Opinión.
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Fiscalía entre versos
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Sin antecedentes conocidos, la Fiscalía 41 de la Unidad de Vida de Cúcuta entró a dirimir si una crítica periodística puede deshonrar y afectar el numen de los poetas. Por eso acudió a la Academia de Historia de Norte de Santander, a la Sociedad Bolivariana de San José de Cúcuta, al Colegio de Abogados Penalistas del departamento, a la Asociación de Escritores de Norte de Santander, a la Academia Hispanoamericana de Letras y Ciencias y a escritores y columnistas como David Sánchez Juliao y Horacio Gómez Aristizábal.
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Ninguno dudó en señalar que Chacón Medina es un ilustre abogado penalista, reconocido en asuntos de historia y letras. Y con base en estos escritos y opiniones y la enjundia del crítico que supuestamente fue más allá del ensayo y opinó demasiado, el 1° de diciembre de 2003 el fiscal Guillermo Gutiérrez concluyó que existían méritos para que el columnista y crítico literario Renson Said Sepúlveda Vergara, sea llamado a juicio.
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En concepto del fiscal, en su columna Vía Libre, Sepúlveda utilizó las condecoraciones de que ha sido objeto Chacón Medina, para “socarronamente desacreditarlas”. Y frase por frase, el funcionario judicial, tras analizar la crítica, concluyó que su autor debe ser condenado por injuria. Según él, Renson no fue objetivo y desprestigió a Chacón, porque lo colocó ante el público lector “como un falso intelectual, que engañó a una sociedad entera mediante las majestuosas artes de la simulación”.
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Mientras el proceso llegaba al Juzgado 4° Penal de Cúcuta, hoy, bajo la tutela de la abogada Miriam Ramírez, el columnista no sabía que estaba siendo procesado. Sólo hasta hace año y medio que se enteró y, desconcertado por el dictamen jurídico y literario, buscó a un amigo para que lo defendiera. Y encontró a Ómar Javier García Quiñones, también intelectual de Cúcuta, quien decidió emprender una cruzada para defender al columnista.
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Y lo hizo apelando a críticos, intelectuales y librepensadores de América Latina e Inglaterra, quienes se han unido para defender al crítico literario. Su argumento común: la justicia no debe trazar fronteras a las opiniones literarias. En su criterio, el rol de poeta y escritor debe soportar el escrutinio público, y la crítica ejercida por los periodistas es tan válida como la ejercida por los lectores, sea cual sea su profesión y juicio sobre la obra del escritor.
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En su manifiesto, los artistas, reunidos por el abogado, advierten que en un país de libertades, la crítica literaria y el juicio estético “no deben pasar por el burocrático y coartador sector de las leyes, de juzgar a todo aquel que hable mal de la labor de una persona”. Y agregó el abogado en su defensa: “Sería volver a la caza de brujas o a la Inquisición, de acabar con las vidas y las carreras de las personas por opiniones”. En pocas palabras, si se es escritor, la pluma es la mejor defensa”.
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Una controversia de la que no ha querido sustraerse el subdirector de La Opinión, Cicerón Flórez, para quien la crítica literaria no puede ser evaluada como injuria. Aún así, Chacón sostiene que mientras Sepúlveda no rectifique y reconozca que él es poeta e intelectual, no cesará en su demanda. Una petición que, según Sepúlveda, no está en sus presupuestos como columnista. “Si acaso me disculpo si lo ofendí como abogado, pero en lo demás no voy a dar pie atrás. No voy a reconocer que Chacón sea poeta”.
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El tema está al rojo vivo. El crítico literario no cede. El poeta sostiene que fue ofendido. La intelectualidad de Cúcuta y de otras regiones ha aportado opiniones en favor o en contra del ensayista y el vate. Lo cierto es que mientras el país resuelve dilemas por personajes que se atribuyen más de 1.000 asesinatos o trata de aplicar justicia para esclarecer 20 años de verdades inconclusas, en la frontera con Venezuela, un escritor quiere validar su obra en los tribunales y un crítico en sus emociones.
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